José Montero: Discurrir entre el arte y la artesanía
Fotografía de Santiago Fernández
Se habla de un arte con letras mayúsculas, ese que es legitimado por el sistema institucional del arte oficial, conformado por galerías, museos y otros espacios. Sin embargo, parece ocurrir lo contrario con la artesanía, un arte en minúsculas. No obstante, arte y artesanía no siempre son incompatibles; el trabajo del costarricense José Montero es una prueba de ello.
Con más de 12 años de experiencia en el mundo de la cerámica, Montero ha sido galardonado con la Bienal Tridimensional, ha realizado una exposición individual y ha participado en numerosas colectivas. Además, ha logrado posicionar su emprendimiento, ENRAIZADOS, en el mercado costarricense. Desde sus primeros años como ceramista, estableció una relación dual entre arte y artesanía.
El artista menciona cómo vivió una transformación en el contexto cerámico costarricense. Al principio, se encontró con un ambiente que no favorecía el intercambio de recursos como hornos y materiales, pero esta situación cambió después de la pandemia, cuando la cerámica experimentó un auge y el gremio se mostró más dispuesto a compartir herramientas y conocimientos.
La percepción sobre el trabajo cerámico parece haber evolucionado, especialmente entre los coleccionistas costarricenses, quienes ahora reconocen las propuestas cerámicas como obras de arte coleccionables. Montero comenta al respecto: “Hay personas que estamos trabajando arduamente para abrir esta ventana. Quienes han contribuido a la mala percepción de la cerámica han sido los escultores, quienes siempre la han considerado un material de desecho o una matriz para crear la pieza, pero nunca como un material final. Desde la perspectiva de las bellas artes, el uso de la cerámica era mal visto porque no se consideraba un material ‘noble’ como el mármol o la piedra, lo que llevó a relegarla a un ámbito utilitario. Además, muchas de las conexiones históricas con la cerámica han sido realizadas por artistas mujeres.”
Montero aborda el concepto de la máscara desde estos dos enfoques, reconociendo que existe una división marcada por distintas formas de creación. En el ámbito de la artesanía, su objetivo no es transmitir una problemática social, sino más bien que el objeto cerámico cumpla con su funcionalidad y sea visualmente atractivo. Con motivos de animales y mascaradas, decora tazas, chorreadores de café, tazones con tapa, farolitos, adornos y llaveros, todos con colores vibrantes que capturan la atención de la clientela.
En el ámbito artístico, el ceramista se interesa en provocar una reflexión en quien consume su obra. En su propuesta de la Máscara, se sirve de dos influencias: la primera, la tradición popular de su pueblo natal, Barva, que le permite abordar temas de identidad y subjetividad. Como él mismo explica: “¿Quién es uno? Al final es muy simple, la máscara lo que permite es que uno pueda cambiar de identidad, ponerte la máscara que quieras.”
La otra influencia se manifiesta en la Máscara dorada, que toma como referencia la escultura prehispánica para abordar su preocupación por la conservación y la posible extinción de especies. Utilizando el barro, un material con gran valor histórico tanto en la cultura popular como en la prehispánica, y el oro empleado por las antiguas poblaciones para hablar de lo sagrado vinculado a lo animal, Montero profundiza en una reflexión sobre la naturaleza y el ser humano.
El enfoque artístico y artesanal de Montero se mueve en un constante ir y venir, pero ambos enfoques están unidos por el valor que él le otorga a la riqueza plástica que imprime en cada pieza. Como él mismo indica: “En el arte contemporáneo, muchas veces no les interesa la forma, solo el concepto. Pero para mí, lo técnico sigue siendo importante.” Tal vez por ello, prefiere ser llamado artesano antes que artista contemporáneo.
Montero señala: “Depende mucho de mí, cuándo quiero ser artesano y cuándo quiero ser artista. Cuando quiero llevar esa discusión a la mesa con un grupo de artesanos, no me interesa llegar como artista. Pero con un grupo de artistas, sí me interesa llegar como artesano, para interpelarlos... Yo hago artesanía y también arte. Ahí es donde esa relación se funde y se puede empezar a cuestionar: ¿de dónde viene la palabra arte? ¿De dónde viene la palabra artesanía? ¿Por qué se decidieron separar en algún momento? Al menos en Latinoamérica, esa definición no tiene sentido, a menos que sea antes de la colonia. Y ahí es donde empiezo a jugar con los conceptos.”
Aunque Montero está principalmente interesado en llevar esta discusión sobre la separación entre arte y artesanía al sistema artístico, como parte de la perspectiva colonial heredada, no al ámbito de la artesanía ni a la educación, le resulta imposible evitar el debate en las clases de cerámica que imparte. Esto se debe a que, inevitablemente, las personas descubren rápidamente su trabajo en ambos mundos.
Micro-residencia en el Espacio/C arte+memoria
Recientemente, Montero participó en una micro-residencia en el Espacio/C arte+memoria, ubicado en el municipio de Chichicastenango, Guatemala, un lugar gestionado por Diego Ventura Puac-Coyoy y Anny Ventura Puac. Durante esta experiencia, el artista-ceramista tuvo la oportunidad de adentrarse en la cultura local y aprender de la comunidad. Esta vivencia enriqueció su trabajo como ceramista y reforzó su confianza en el conocimiento popular. Tal como expresó: “Es enriquecedor llegar a un lugar donde esa división no existe, ni siquiera entre lo estético y la vida diaria. Todo se funde y convive.
En los próximos años, se espera que su obra continúe explorando estos temas fundamentales, que invitan a reflexionar sobre nuestra identidad como sociedad costarricense y centroamericana, a través de un material fundamental: el barro. Como bien expresó Eduardo Galeano: "En un mundo de plástico y ruido, quiero ser de barro y de silencio."